En la década de los 70 en Estados Unidos, el artista conceptual Dennis Oppenheim creó una serie de instalaciones de títeres que, periódicamente y mediante un sistema de motores, golpeaban campanas con sus cabezas. Esta serie fue titulada “Attempt to raise a hell” (Intento por armar un alboroto).
Mi proyecto, denominado “Primer intento por crear un caos”, surge a partir del uso de la campana como arquetipo presente en diversas culturas alrededor del mundo, y la fascinación que me generó como artista e historiador del arte en términos visuales.
La atracción que siento hacia las campanas ha sido el impulso detrás de este proyecto y es un sentimiento que perdura hasta el día de hoy. De hecho, las campanas han desempeñado roles muy polivalentes desde sus inicios, como la medición del tiempo en la Europa Medieval cristiana, la sincronización de vibraciones energéticas en el mundo budista, la emisión de sonidos de alerta, entre muchos otros. Sin embargo, mi interés no se limita a su historia funcional, sino que se centra especialmente en su visualidad y en cómo la campana, en términos de imagen, ha sido percibida a lo largo de la historia del arte. En palabras de Aby Warburg, pretendo hacer un estudio científico del uso de su imagen.